La invitación llegó a mi casilla de mensajes y era muy breve: “venga a conocer la Isla”
Hacía tiempo que quería cambiar mi rutinaria vida y acepté.
Embarqué por la mañana temprano, con una niebla cerrada que presagiaba un día poco ideal para conocer la isla y me reproché no haber esperado un día más soleado para sacarle mejor provecho a la excursión.
Luego, de una navegación placentera, a tal punto que me quedé adormecido en mi asiento, llegó al Puerto de la Isla. Observo un largo muelle que me invita a la isla y busco a la tripulación del barco para que me indiquen el recorrido pues el muelle está vacío, no hay nadie más que yo.
En el barco no hay señales de vida, todo está quieto, no hay movimientos. No hay nadie a bordo.
Con cierta inquietud me interno a los senderos de la isla, esperando encontrar alguna persona, algún signo de vida. Es inútil mi búsqueda, solamente veo altos cañaverales y pequeños senderos de tierra con algún cartel abandonado indicando algo desconocido.
Mas adelante observo viviendas, también abandonadas y en mal estado de conservación.
Decepcionado decido volver sobre mis pasos, cuando en un recodo del camino veo otra casa muy destruida por los años y en el jardín, sorpresa: ropa colgada de una soga. Con gran alegría y esperando encontrar
a los dueños de esa casa y esa ropa, apuro el paso, cuando de pronto y apareciendo de la nada, veo a tres niños que me observan con curiosidad y gesto amistoso. Trato de aproximarme a ellos para preguntarles donde están sus padres, sus vecinos u otras personas que habiten esa isla, pero en ese instante alguien que no puedo definir, les tiende una mano fraternal y se alejan lentamente del lugar.
Con una sensación de sorpresa, desazón y vacío infinito, quede clavo en ese lugar y la isla me pareció más solitaria que nunca.
Jorge Dorado, es fotógrafo y seguidor de las actividades que la Galería organiza, participante de los Talleres del Encuentro con la Fotografía y la Creatividad que se vienen realizando en la Galería hace tiempo coordinados y dirigidos por mí, y asiduo participante de las salidas fotográficas.
Jorge nos aporta una historia de fantasía realizada durante nuestra salida a a la Isla Martín García en junio del año 2008, un día de mucha niebla en la cual era propicio dejar volar la imaginación frente al entorno que envolvía a los fotógrafos ese día.
Por eso frente a la invitación hecha por mí para esta realización Jorge tomó el guante y nos envió este relato de 5 fotos y texto.