CON EL FOCO PUESTO EN LOS ARTESANOS
Cuando la imagen emerge de las aguas del revelador y la luz se fija en sombra para siempre, hay un instante único que se desprende del tiempo y se convierte en siempre", escribió Eduardo Galeano. Los ocho fotógrafos que desde mayo a diciembre de 2005 dispararon más de 6000 veces para hacer las tomas del libro "Transformaciones", conocen la fugacidad del instante y la tuvieron muy en cuenta.
Analía Luna, Ezequiel Muñoz; Marianela Girod, Mirta Gonzalez, Mónica Caracino, Patricia Tomasella y Silvana Scmuckler son alumnos de fotografía de Marité Malaspina.
"TRANSFORMACIONES" fue el resultado de un taller de productividad y resultó una experiencia excelente", cuenta la profesora de Vicente López.
El proyecto consistió en mostrar, a través de fotos, el pasaje de la materia hacia la obra de arte. Para hacerlo, se contactaron con 11 artesanos de la zona Norte, que aceptaron ser modelos durante algunas horas. "Estuvieron toda la tarde -recuerda la escultora Diana Bortni retratada junto a sus vasijas- "Me hacian acordar al preso de Olmedo que se tiraba al piso y se arrastraba tomando fotos de todo".
Marité y sus alumnos no usaron flashes, sino un poderoso foco de luz contínua que homogeneizaba la luminosidad del lugar.
El principal problema en los talleres era el espacio: llegaban a lugares chicos con aparatos, bolsos y luces. "Hubo tremensdas patadas de trípodes, tropezones con mochilas, caídas graciosas...", recuerda Marité y comenta que para evitarlas establecían turnos.
A pesar de que destacaban el color como integrante fundamental en la tarea del fotógrafo, tuvieron que editar el libro en blanco y negro debido a una cuestión de costos. "Sin embargo esa limitación sirvió para aprender técnicas sobre cómo destacar las texturas en los grises", explica la profesora.
El fundamento de la obra de Malaspina -que se siguió para la selección de las fotos del libro- son los cuatro elementos: agua, tierra, fuego y aire. Su estilo: el expresionismo abstracto en el que, si bien aparecen detalles definidos, "se vuelca lo más íntimo y se muestra la sensibilidad del autor" a través de formas y colores difusos.
Además de sacar fotos, la alumna Analía Luna se ofreció como modelo.
"Las velas tenían que estar -explica- porque en ellas participan dos elementos centrales: el aire y el fuego".
Analía, de Olivos, trabaja en un local de ropa y, como conoce la técnica del armado de velas, posó para sus compañeros. "Fué la única vez que no saqué ni una foto", comenta divertida.
"Hubo que aprender a renunciar a una imagen que quizás era muy buena pero no seguía la línea elegida para ese artista -dice Mónica Caracino, vecina de Vicente López. "Nos respetamos mucho y el producto fue un resultado grupal".
En el libro, las fotos no tienen la indicación de quién las sacó. "Todos somos iguales. Vale la intención y no la jerarquía", agrega Marité.
Federico Pontura, marquista fotografiado, coincide: "Eran un verdadero equipo".