CON EL FOCO EN EL ARTE

Marité Malaspina enseña fotografía. Junto a sus alumnos retrató durante
ocho meses la labor de artesanos de zona Norte.
El trabajo puede verse en un libro.


EXPONDRÁ EN MÉXICO
Inolvidable visita a la Antártida

En 2002, invitada por la Armada Argentina, Marité viajó junto a su hija Mónica Blanco -también fotógrafa- en un tramo del 36º viaje de instrucción de la Fragata Libertad. En nueve días sacaron 2800 imágenes. Dos años después, en marzo de 2004, le propusieron ir a la Antártida a bordo del rompehielos Almirante Irizar. "Dentro de la fotografia tengo dos líneas: la abstracta, interna, con la que muestro las formas, mis sentimientos; y por otro lado la documental, que me permite retratar espacios externos -cuenta Marité-.
En este bviaje las fusioné al límite: ¿hasta dónde llega la realidad y hasta dónde lo que yo siento?
" Durante 27 días viajó en el buque que puede romper por embestida hasta seis metros de espesor de hielo, visitó bases en helicóptero y navegó en bote sobre aguas ennegrecidas. La vecina de Vicente López conoció lugares que muy pocos argentinos visitaron. "Todavía sigo temblando -recuerda emocionada-, me sentía atemporal, en una instancia de realidad en la que el pasado, el presente y el futuro se fusionaban".
Marité
conoció a científicos e investigadores de distintos lugares del mundo.
"Ver la unión de esa gente trabajando en pos de la humanidad es muy gratificante", comenta.
En los próximos días, presentará fotos de la Antártida en un Congreso de Derecho Jurídico en México. "Seleccioné 30 tomas y cuatro gigantografías que expresan mi pensamiento: el hombre tiene que cambiar y cuidar lo que tiene", remarca.



 

CON EL FOCO PUESTO EN LOS ARTESANOS

Marité Malaspina
, de Vicente López, y siete alumnos de su taller de fotografía, los retrataron durante ocho meses.


Cuando la imagen emerge de las aguas del revelador y la luz se fija en sombra para siempre, hay un instante único que se desprende del tiempo y se convierte en siempre", escribió Eduardo Galeano. Los ocho fotógrafos que desde mayo a diciembre de 2005 dispararon más de 6000 veces para hacer las tomas del libro "Transformaciones", conocen la fugacidad del instante y la tuvieron muy en cuenta.
Analía Luna, Ezequiel Muñoz; Marianela Girod, Mirta Gonzalez, Mónica Caracino, Patricia Tomasella y Silvana Scmuckler son alumnos de fotografía de Marité Malaspina.
"TRANSFORMACIONES" fue el resultado de un taller de productividad y resultó una experiencia excelente", cuenta la profesora de Vicente López.
El proyecto consistió en mostrar, a través de fotos, el pasaje de la materia hacia la obra de arte. Para hacerlo, se contactaron con 11 artesanos de la zona Norte, que aceptaron ser modelos durante algunas horas. "Estuvieron toda la tarde -recuerda la escultora Diana Bortni retratada junto a sus vasijas- "Me hacian acordar al preso de Olmedo que se tiraba al piso y se arrastraba tomando fotos de todo".
Marité y sus alumnos no usaron flashes, sino un poderoso foco de luz contínua que homogeneizaba la luminosidad del lugar.
El principal problema en los talleres era el espacio: llegaban a lugares chicos con aparatos, bolsos y luces. "Hubo tremensdas patadas de trípodes, tropezones con mochilas, caídas graciosas...", recuerda Marité y comenta que para evitarlas establecían turnos.
A pesar de que destacaban el color como integrante fundamental en la tarea del fotógrafo, tuvieron que editar el libro en blanco y negro debido a una cuestión de costos. "Sin embargo esa limitación sirvió para aprender técnicas sobre cómo destacar las texturas en los grises", explica la profesora.
El fundamento de la obra de Malaspina -que se siguió para la selección de las fotos del libro- son los cuatro elementos: agua, tierra, fuego y aire. Su estilo: el expresionismo abstracto en el que, si bien aparecen detalles definidos, "se vuelca lo más íntimo y se muestra la sensibilidad del autor" a través de formas y colores difusos.
Además de sacar fotos, la alumna Analía Luna se ofreció como modelo. "Las velas tenían que estar -explica- porque en ellas participan dos elementos centrales: el aire y el fuego".
Analía, de Olivos, trabaja en un local de ropa y, como conoce la técnica del armado de velas, posó para sus compañeros. "Fué la única vez que no saqué ni una foto", comenta divertida.
"Hubo que aprender a renunciar a una imagen que quizás era muy buena pero no seguía la línea elegida para ese artista -dice Mónica Caracino, vecina de Vicente López. "Nos respetamos mucho y el producto fue un resultado grupal".
En el libro, las fotos no tienen la indicación de quién las sacó. "Todos somos iguales. Vale la intención y no la jerarquía", agrega Marité.
Federico Pontura, marquista fotografiado, coincide: "Eran un verdadero equipo".


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